La nueva Game of Thrones es más Game of Thrones. Más intrigas palaciegas, más traiciones, más incesto y más dragones
Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) no pudo deshacerse del destino de su linaje: la madre de los dragones perdió la cabeza en el camino hacia el Trono de Hierro. Después de ocho temporadas esperando ver a la khaleesi recuperar el lugar que le habían arrebatado, llegó el otro héroe de la historia, Jon Snow (Kit Harington), a ponerle fin a toda la ilusión y a cerrar el círculo. El honorable sobrino puso el deber por encima del amor y mató a su tía después de prometerle que siempre sería su reina. Y así terminaba la última esperanza de los platinados jinetes de dragones de ganar el mortal juego de tronos que daba nombre a Game of Thrones, la serie de HBO que revivirá este fin de semana con una historia que cuenta los orígenes de esa casa real, los Targaryen. Drogon, el único dragón vivo de los tres que resurgieron del fuego, miró fijo al verdugo de su madre y en lugar de atacarlo convirtió el famoso trono en lava, para después tomar con sus garras a su reina y llevarla lejos de Westeros.